Por Andrea Aceves
Por lo general, cuando hablamos de infancias (niños, niñas, y adolescentes), erróneamente se piensa en esa parte de la población que es menor de edad y que, al no tener suficiente experiencia (años) de vida, se da por hecho que no tienen las capacidades para opinar y decidir qué es lo mejor para ellos. De alguna manera, se cree que su punto de vista no es relevante o que, incluso, no pueden aportan nada que los adultos no sepan. Esto resulta ser totalmente falso, pues, se ha demostrado que la voz y las experiencias de las infancias influyen muy positivamente en su desarrollo, su bienestar y su calidad de vida.
De acuerdo con la Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada por las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, en su artículo primero define como niño a “todo ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, haya alcanzado antes la mayoría de edad”. La Convención, a lo largo de sus 54 artículos, reconoce que todos los niños son individuos con derecho de pleno desarrollo físico, mental, social y con derecho a expresar libremente sus opiniones. Además, establece un modelo para la salud, la supervivencia y el progreso de toda la sociedad humana; lo que marcó un hito para la humanidad, pues representa uno de los mayores esfuerzos a nivel internacional para el reconocimiento de los derechos de los niños.
Se establece así el derecho de las infancias a opinar y ser oídos como uno de los principios rectores que dispone cambios importantes sobre cómo deben de ser tratados y cómo deben interrelacionarse en la sociedad como sujetos de derecho. Por lo tanto, sostiene que la sociedad debe comenzar a concebir a las infancias como actores activos, sujetos de derechos, participativos, creativos y capaces de modificar y de influir en su entorno.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), en América Latina y el Caribe hay 140 millones de niños, de los cuales, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha señalado que 70 millones (50%) viven en situación de pobreza y el 16.3 por ciento vive en extrema pobreza, lo que influye de manera drástica sobre su salud y su calidad de vida, determinando además la falta de oportunidades que tendrán a lo largo de su vida.
La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 y las infancias
La pandemia a la que el mundo se ha enfrentado ha dejado expuesta la clara invisibilización de las infancias en los temas sociales, pues, en primer lugar, han sido considerados desde el punto de vista epidemiológico como una población poco afectada o afectada en menor medida por el virus, dejándolos en segundo plano respecto a la emergencia sanitaria. Las medidas no consideraron el impacto diferenciado para las infancias y no se tomó en cuenta, en un inicio, del impacto de la crisis en la esfera social de esta población y las consecuencias que acarrea a corto, mediano y largo plazo.
En específico, poco se ha hablado de la drástica modificación de su vida cotidiana desde que comenzaron las medidas de distanciamiento y confinamiento en todo el mundo, y cómo éstas impactaron de manera directa en sus derechos de educación, salud, al sano esparcimiento, derecho de convivencia familiar y fuera de esta, a la protección y cuidados, así como a su derecho de participación. En pocas palabras, tal y como lo señaló la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, “las niñas, niños, las y los adolescentes son uno de los grupos que asumió las mayores cargas del confinamiento”.
En ese sentido, al ser México uno de los países con mayor población de infancias en la región (40 millones de niñas, niños y adolescentes), a efecto de cumplir con el principio de participación de esta población y conocer cómo han enfrentado la pandemia, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México puso en marcha la consulta #InfanciasEncerradas, la cual tuvo como referencia el estudio Infancia confinada. ¿Cómo viven la situación de confina- miento niñas, niños y adolescentes?, llevado a cabo en España durante el mes de abril de 2020.
La finalidad de la consulta fue conocer la opinión de las infancias, ¿cómo se vio afectada su vida con la pandemia? ¿qué les representó ver interrumpida su cotidianidad? ¿cómo han pasado los confinamientos, con quién, en dónde? ¿qué hicieron durante ese tiempo? entre otras; pero, sobre todo, escuchar desde sus voces cómo vivieron la pandemia y las medidas que implementaron para detener la propagación de virus. También tuvo la finalidad de visibilizar cómo es que las medidas de emergencia sanitaria tomadas alrededor del mundo únicamente tuvieron una visión adulta, sin tomar en cuenta las necesidades, deseos, opinión y futuro de las infancias.
#InfanciasEncerradas
En este informe se señaló que, por los confinamientos ordenados por las autoridades Estatales y Nacionales, 30,148,667 niñas, niños y adolescentes en todo México, que se encontraban cursando educación obligatoria, tuvieron que suspender su asistencia a la escuela y, de acuerdo con el plan Nacional “Aprende en Casa”, continuar con sus estudios a través de las diferentes modalidades habilitadas para las clases, siendo la más común los canales de televisión abierta más conocidos.
Este programa representó varias dificultades para algunos niños, niñas y adolescentes de continuar con sus estudios, pues era necesario contar con cobertura de luz, internet, teléfono móvil, tableta o computadora, radio, etc., lo que representó que al menos el 21% tuvieran problemas para proseguir con su educación, y dejó al descubierto las disparidades y las grandes necesidades que diferentes sectores y poblaciones necesitan para su vida cotidiana.
El informe contempló un cuestionario en línea dirigido a niñas, niños y adolescentes de entre 7 y 17 años, y la participación a través de dibujos para niñas y niños de entre 3 y 6 años. Este estudio tuvo una participación de más de 40,000 niños, niñas y adolescentes que dedicaron su tiempo para hacer un dibujo o contestar el cuestionario.
Se utilizó como metodología la llama SMAT, que consiste en tomar en cuenta sus sueños, miedos, alegrías y tristezas, y el análisis FODA a través de sus fortalezas, oportunidades, debilidad y amenazas.
Mediante las preguntas que los participantes contestaron se llegó a la conclusión de que las niñas, niños y adolescentes estaban conscientes de la situación que se estaba viviendo en el mundo, que al igual que los adultos tenían miedo de salir a la calle y enfermarse o que algunos miembros de la familia pudieran contagiarse y morir. También que los confinamientos afectaban en su vida cotidiana, sobre todo, el no poder salir y ver a sus pares en un lugar de sano esparcimiento, lo que ocasionó en muchas ocasiones un mayor índice de estrés y frustración. Además, se demostró el miedo y el estrés que sufrieron al ver a las familias pasar por precariedad, falta de empleos y disminución de empleos.
Debemos tomar en cuenta que América Latina y el Caribe es la región más desigual del planeta, que la pandemia y las crisis sociales y económicas que ha provocado, no solo han generado un aumento en los niveles de pobreza, sino también un aumento dramático en las desigualdades en todos los ámbitos, incluyendo el acceso a los servicios sanitarios y la prevención y tratamiento de enfermedades en la población menor de edad. Por ello, si bien las brechas de desarrollo infantil por niveles socioeconómico y educativos de los padres ya existían, ahora se le suma el agravamiento en la salud infantil, la agudización de la pobreza debido a la pérdida de ingresos en los hogares, los déficits en las trayectorias de desarrollo y aprendizaje derivados del cierre de servicios de primera infancia, la brecha en las capacidades parentales y la brecha digital. Todo ello, da como resultado una futura pérdida catastrófica de capital humano.
El BID ha señalado la necesidad y la urgencia de crear mecanismos legales, sociales y culturales que impulsen la participación de #LasInfancias, así como la concepción social que se tiene sobre estos actores.
Por ello, debemos comenzar a incluir la visión de #LasInfancias como sujetos sociales de derechos, tomando en cuenta su opinión, dándoles participación, voz propia y deseos, generando con ello la promoción de una nueva relación con las personas adultas. Evidentemente, esto supone un mundo donde se cuestione, reflexione y se incluyan las propias expectativas, los deseos y condicionamientos de las infancias, para redefinir los espacios de interacción familiar, comunitaria, escolar, de autoridades, entre otros espacios donde las niñas, niños y adolescentes se desarrollan y desenvuelven. Esto supone igualmente la democratización de sus relaciones con los adultos, que deben de dejar de ser vistas como relaciones de subordinación y más bien plantearse como un equilibrio basado en el diálogo abierto y comprensivo.
Conocé nuestro proyecto Infancias en Habla, que pretende recuperar la discursividad y expresión de las diferentes infancias y adolescencias, a través de su participación en un Periódico Infantil. Aspiramos a crear redes que convoquen diversidad de trayectos, organizaciones y prácticas, para formar un espacio de intercambio que nos permitan construir y visibilizar las voces de las infancias y adolescencias.
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